Capítulo300

Beatriz fue arrastrada fuera de la puerta, atrayendo la mirada de muchos allí presentes, fue

realmente humillante. Pero ahora, ella no tenía nada, y no le importaba caer aún más bajo.

Ah!

César y el guardaespaldas se sincronizaron y la echaron a patadas del lugar.

-Hermano, ¿tienes algún pañuelo? -preguntó César al guardaespaldas.

-Lo siento, no tengo ninguno conmigo–respondió el guardaespaldas.

-Bueno, luego le pediremos a la enfermera algunas bolsas de algodón con alcohol. Limpiémonos

las manos adecuadamente, después de todo, acabamos de tocar basura putrefacta.

Después de decir eso, César escupió enérgicamente el lado de Beatriz antes de dirigirse con el

guardaespaldas hacia la puerta.

En ese momento, el cielo oscuro resonó con dos fuertes truenos.

Después de unos segundos, un fuerte aguacero se precipitó sobre el suelo. Beatriz había sido

mancillada una y otra vez, y ahora estaba sentada en el suelo con la mirada perdida, sin fuerzas

para siquiera levantarse bajo la lluvia torrencial.

El peinado y el maquillaje que había preparado con tanto esmero para la fiesta de su cumpleaños

desastre por

salvó la vida! ¿Cómo puedes ser tan cruel y despiadado

agua con sus manos, salpicando su cara con

rompiendo sus uñas decoradas con diamantes,

tan mala suerte que salpicó

la boca.

¿No ves a la gente? -Beatriz exclamó, exhalando

una loca

de sus insultos, la puerta del coche se abrió

cual abrió la puerta trasera con

recibiendo el paraguas del conductor

también, y los dos hermanos sostuvieron el mismo paraguas juntos,

afectar por la

a los hermanos Pérez,

garganta mientras su rostro empapado estaba pálido y

padre de la señorita Sánchez no ha sido ingresado a

-Javier dijo friamente, mirando a

Javier, Clara todavía está esperando por nosotros–dijo Diego, sin mirar dos

mientras daba una palmada en el hombro

juntos hacia la puerta, sin echar siquiera un vistazo

con una expresión retorcida y

intensidad.

tanta gente que te adora y te quiere? ¿Por qué

por ti? ¿Por qué… Por qué?

iluminó el cielo oscuro, revelando el rostro pálido

por la ira y

te cobraré todo con mis propias manos…

se durmiera, y se sentó en el borde de la cama, acariciando

las mejillas suaves y blancas de

fuerte aguacero también había asustado a la pequeña niña, y todo lo sucedido también la dejó agotada. Ella arregló las sábanas para

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