Los labios de Evrie eran suaves y frescos, portaban una audacia desenfrenada y un temblor.

El aroma en el cuerpo de ella se extendía gradualmente a través del nariz de Farel, sin dejarle tiempo de reaccionar, Evrie con sus labios fríos tomó la iniciativa de abrir sus dientes y entrar entera en su boca, rodando y volteando sin cesar.

Ella todavía era torpe, todas sus habilidades las había aprendido siguiendo sus pasos.

Pero era lo suficientemente inteligente como para aprender cada movimiento y paso, cada detalle de un beso profundo.

Farel sintió, por primera vez, una sensación de pérdida de control, como si todas las células de su cuerpo estuvieran alborotadas.

Su bata blanca fue arrancada por Evrie, su mano pequeña, como había visto que él hacía, se deslizó por debajo, acariciando su abdomen fuerte, y concluyó su recorrido en el pecho.

Apretó fuertemente…

—Mierda. — Farel agarró su mano con un reflejo y soltó una maldición. —¿Qué estás haciendo? —

Él la miró fijamente, con el pecho subiendo y bajando rápidamente, su voz era ronca.

—Estoy prendiendo de ti…— Evrie levantó la cabeza y lo miró desconcertada: —Así es como lo hiciste las tres veces que dormiste conmigo…—

Farel quedó sin palabras.

Agarró su mano con fuerza, sus ojos se enrojecieron mientras levantaba la muñeca de ella por encima de su cabeza y se inclinaba para presionar con fuerza.

—Mejor déjame hacerlo a mí…— murmuró.

aún no reaccionaba cuando sus labios fueron sellados por los del hombre otra vez.copy right hot novel

vez no era una acción pasiva, sino llena

tan dominante y poderoso, que la presionó fuertemente contra la

Besos calientes, abrasadores.

no pudo soportar más, sintió cómo la mano del hombre desgarraba su vestido, y lanzaba la ropa desgarrada al suelo, la

segundo siguiente, él la toma fuertemente de

tocarte aquí, ¿entiendes? — La voz ronca

impotente y pensó

— Farel la volvió a

gimió del dolor: —Entendido.

rio mientras quitaba la última línea de defensa de Evrie,

—Qué terca…—

y la luna colgaba alta

terminado, él parecía incansable, una y otra vez se

bullicio de la calle y

luces de la ciudad que en una habitación de cemento en el campo, ¿no crees?—

brazo, sus uñas se hundían en

—Basta ya.—

más? ¿Dónde quedó esa cara dura que te enseñó Leandro? Parece que

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