El corazón de Evrie sintió un piquete al agarrar la caja con fuerza.

El pesado lastre era como su estado de ánimo en ese momento.

—¿Hay algo más que necesites?— preguntó.

Farel estaba parado fuera de la puerta, ya vestido. Una camisa blanca impecable con el botón superior abrochado, pantalones negros que caían con elegancia y puños bien doblados. Se veía sobrio y pulcro, emanando una sutil austeridad.

Con ropa, parecía un ser humano, en vez de una bestia salvaje.

Evrie negó con la cabeza.

Aparte del dinero, no tenía ninguna otra petición.

—Está bien.— Los ojos calmados y oscuros de Farel se estrecharon ligeramente —Entonces, vuelve a las nueve en punto esta noche.—

El corazón de Evrie se detuvo por un momento, entendiendo perfectamente sus palabras.

La noche, a las nueve… era cuando sus deseos ardían con más fuerza, y lo que ella tenía que hacer era someterse bajo él, dejándolo manejar su cuerpo a su antojo, una y otra vez.

Ahora, no tenía derecho a rechazar a Farel.

Con dificultad, Evrie asintió con la cabeza —Está bien.—

Farel no dijo nada más, echó un vistazo al reloj y se fue a trabajar.

Evrie cerró la puerta y esperó un rato, luego abrió la caja: filas y filas de billetes estaban perfectamente alineados. Contó rápidamente, ni más ni menos, exactamente quinientos mil.

Nunca en su vida había visto tanto dinero.

Y pensar que la primera vez que veía tanto dinero era por venderse ella misma.

Evrie esbozó una sonrisa amarga, cerró la caja y salió por la puerta.copy right hot novel pub

……

Treinta minutos más tarde.

dinero, Evrie entró en la habitación del

lugar estaba tranquilo, sin nadie más, y la cama de al lado vacía. Solo Marcela yacía en la suya, ocupada con su celular,

cara feliz de Marcela

contestas, ¿o es porque tu vieja no se ha muerto que no te importa? Si no fuera por tu hermano que estuvo aquí anoche,

la cama y puso la caja encima. Sin decir una palabra, sus dedos

—¡Clac!—

de golpe, dejando a la vista una hilera de billetes

asombro y miró

con frialdad —¿Es

frente a Marcela y habló

más ni menos, justo lo necesario. ¿Estás satisfecha ahora? ¿Puedes

conseguido los quinientos mil. Sus ojos brillaban, casi

esa muchacha tuviera

no era tan sencilla, fingiendo

codicia en la mirada, Marcela extendió la mano para tomar el dinero, ¡todo

rápida y

el dinero, debes cambiarlo por mi certificado de

¿Qué?

su

renuencia, Marcela

Te lo guardo y ya está, no te arreglaré más matrimonio y

—Sin el certificado,

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