Marcela se quedó paralizada al principio, pero luego la sorpresa dio paso a la rabia, la indignación y finalmente a una furia que la hizo temblar de pies a cabeza. Agarró la almohada de la cama y la lanzó con todas sus fuerzas hacia ella.

—¡Sinvergüenza, descarada, basura, puta! ¿Qué has estado haciendo a mis espaldas, eh? ¡Así es como te degradas, cómo vas a casarte ahora, siendo esta porquería que eres!

La sonrisa fría de Evrie estaba cargada de sarcasmo y venganza.

—Tienes razón, nadie querría llevarse un desastre como yo a su casa, ¿entiendes?

—Ahora mismo, ni por quinientos mil me valorarían, ya verás qué hacer.

Marcela se sentó en la cama del hospital, cerró los ojos para calmarse, pero seguía furiosa.

No podía creer que Evrie se atreviera a llegar a tal extremo. En su pueblo, una mujer que ya había tenido novio perdía su valor, ¡mucho menos una tan malgastada como ella!

¡De ahora en adelante solo le quedaban emparejarla con los chuecos y los divorciados!

¡Qué desperdicio de buenas cartas!

Marcela sentía cómo la sangre le hervía de la ira. Recogió cualquier cosa que pudiera usar para lanzar y se la arrojó a Evrie con todas sus fuerzas.

La insultó con todas las palabrotas que se le ocurrieron.

trapo, mientras Marcela la golpeaba y maldecía, y los objetos caían sobre ella, causándole dolor

seguía erguida, desafiante de arriba

cosas y se

echado a perder, esas marcas en su

con dificultad, llena de furia, y miró a Evrie

y que se

orden, sacó una hoja del bolsillo interior de su ropa y la lanzó

suelo, mezclándose con un montón de

cosas y

no

hoja de papel y la guardó con

Marcela seguía pinchando su

que tu padre siempre te

detuvo un momento, sintiendo un

después de todo era haberle fallado

que amenazaban con salir, y salió del cuarto con

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