La música comenzó a sonar fuera.

Eran melodías que se entrelazaban con lamentos.

Giselle, vestida de luto, se apoyaba bajo la mesa del altar.

Los recuerdos empezaron a surgir, retrocediendo más de diez años en medio del sonido musical.

En aquel entonces, el Triángulo Norte estaba aún más destrozado que ahora. Llevaba puesto el costoso vestido de princesa de su cumpleaños, siguiendo a Leandro hacia una zona delictiva sin nombre.

—¿Qué hacemos con una niña de cinco años aquí? ¿También viene a trabajar en esto? —

—No sería la primera vez, la niña es bonita, con un poco de entrenamiento, podría venderse por buen dinero en el futuro. —

Giselle era tímida, se escondía detrás de Leandro.

Quería evitar las miradas malintencionadas a su alrededor.

—Oye, chico, ¿qué te parece si me vendes a tu hermanita? Yo me encargaría de ella. —

Leandro les dijo con determinación—No está en venta. —

—¿No está en venta? ¿Crees que mandas aquí? — Unos hombres armados, impacientes, le dijeron: —Aprovecha que estoy de buen humor y hagamos un trato civilizado, di tu precio y entrégamela, o te volamos la cabeza. —

Leandro le respondió con firmeza—Es mía, no la vendo. —

—Vaya, tenemos un duro de pelar aquí, ¡hombres, a golpearlo! —

Alguien se abalanzó para pegarle a Leandro, quien era joven y no duró mucho antes de ser derribado al suelo, recibiendo una lluvia de golpes y sangre.

Pero su mano sujetaba con fuerza la muñeca de Giselle, sin soltarla ni siquiera en la muerte.

Recibió un montón de golpes y puñetazos, hasta quedar irreconocible.

Giselle comenzó a llorar y gritó—No le peguen a mi hermano, me iré con ustedes. —

Luego, los hombres arrojaron algo de dinero y ella fue arrastrada así.

Sufrió un mes de “entrenamiento”, su captor mantuvo su virginidad y la vistió con elegancia para presentarla en el mercado negro, donde encontró la oportunidad de escapar.

Quería encontrar a su hermano.

A toda costa.

Pero antes de salir por la puerta, fue capturada de nuevo.

pequeña que eres y te atreves a engañarnos, dale

algún gran jefe, si sale,

así será fácil

así, perdió su

cuerpo no se borrarían.copy

podría escapar

y se sometió, por casualidad, demostrando un talento innato para identificar gema en una casa

volvió a

su

ahora era la ahijada de un famoso jefe de apuestas

convertido en un líder

por una década, él emanaba

y obediente,

en

le preguntó—Giselle, ¿alguna vez te

—Nunca. —

le preguntó—¿Te arrepientes de haberme

Leandro no le respondió.

luna a través de su copa de

de un rojo sangre, más roja que el

nuevo guardó

aún

contigo, hermano, te he estado esperando

ojos entrecerrados—¿Todavía quieres

—Sí. —

—¿Por qué? —

mi hermano.

a qué me dedico? Si vienes conmigo, tendrás que acostumbrarte a

lo miró fijamente—Si tú te atreves,

sus

más que un simple

le importa es

presente, Giselle estaba

cada pequeño detalle

en el crucero

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