Los ojos de Farel y Evrie se encontraron.

La respiración de Farel se detuvo por un instante, ni siquiera se atrevía a mover los dedos.

Evrie parpadeó y murmuró con voz suave:

—Otra vez estoy soñando. —

El cuerpo de Farel se tensó.

Su corazón parecía haberse detenido.

Evrie lo ignoró y se levantó tambaleándose para abrir el cajón de la mesita de noche, de donde sacó un frasco de pastillas para dormir.

Al instante, Farel le sujetó la mano.

—Estás borracha, no debes mezclar medicinas con alcohol. —

Evrie levantó la mirada hacia él, sus ojos estaban empañados por el alcohol y confusos.

Habló para sí misma: —Ni mis sueños me dejas en paz, maldito cabrón. —

Al escuchar esas palabras, el pecho de Farel se oprimió.

Casi sin pensar, sabía a quién estaba maldiciendo ella en sus sueños.

Sin duda, había maldecido su nombre innumerables veces en estos cuatro años.

Farel apretó los labios, tomó la botella de medicina de sus manos, miró las palabras en la etiqueta y la volvió a colocar en el cajón.

Luego tomó un vaso de agua y trató de darle de beber.

negándose a beber

daña la garganta, pórtate bien, bebe

amplificó: —Pórtate bien, pórtate bien, siempre

ti, no quiero

en la

por qué tengo

el aire, sintió un dolor en el fondo de

se habían convertido en

estaba borracha, aún

que

volvió a colocar el

grande, pero extraordinariamente extraña. Ella vivía allí, como si estuviera separada de

inmóvil durante años, se cortaba en ese

de Evrie seguía

más y se acostó en

vestido, le quitó el reloj de la muñeca y luego

ordenado cuando su celular

contestar la llamada, pero Evrie lo agarró por el cuello con

respiraciones se mezclaron, estaban muy cerca el

olor a alcohol de

la miró, su voz

—¿Qué estás haciendo? —

— Evrie,

levantó la mano, acariciando

ojos, mírame, ¿sabes

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